
No eran precisamente recuerdos materiales los que le atormentaban a ella día a día, sino más bien un centenar de canciones y mil y un sitios que los había visto juntos.
Se sentía totalmente incapaz de volver a amar a un hombre al cien por cien, no podría dejarle ver sus lunares escondidos, ni su cara de felicidad extrema. Por mucho que lo intentara no sería capaz de compartir su cama con otra espalda que no sea la tuya. Se siente culpable porque es superior a todas sus fuerzas hacerle un hueco a otra sonrisa en sus desayunos, tiene miedo a que alguien más disfrute compartiendo un absurdo zumo de melocotón. Ya ves, simplemente le aterra el mísero pensamiento de tenerle que contar sus secretos a otro que no seas tú.
TE ODIARÁS A TI MISMO POR IMAGINARTE JUNTO A MÍ MIENTRAS DISFRUTAS SIN DISFRUTAR JUNTO A OTRAS QUE NO SON YO, POR MAS QUE PRETENDAN OCUPAR MI LUGAR.