Siempre me
han repetido que el tiempo pone a cada uno en su lugar, pero en esta absurda
ciudad lleva lloviendo desde que me prometiste que yo era especial, y lo
nuestro diferente. ¿Te acuerdas del frió que tenia cuando llegue por primera
vez a tu cama?-supongo que si. Pues yo también me acuerdo como me cogiste por
la cintura y prometiste no soltarme nunca, como me desnudabas y como
conseguiste que mi calor fuera proporcional a la poca ropa que lleváramos
puesta. Y así fue como le perdí el miedo a la vida y se lo empecé a coger al
tiempo. Y así poco a poco o porro a porro empezaste a perder las horas
escondiéndome en tus caladas y divirtiéndome con tus carcajadas bajo los rayos
del sol. Pero nunca se me dio bien hablar del tiempo, y tu ya solo salías
cuando estaba nublado, y yo solo sonreía cuando llovía, y así, sin más, fue
como desapareciste de mi cama, de mi casa y de mi vida, dejando que el tiempo
nos pusiera en los lugares o en los labios de otros.
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