
Ella, siendo la protagonista de su propia historia, imagina un cuento de hadas. Tú, un príncipe encantado por una malvada bruja, condenado a ser sapo hasta encontrar a alguien a quien besar. Y ella, la princesa que buscabas. Un beso sincero y acabarias comiendo perdices. Pero tú no quieres un cuento de niños, a ti no te gustan las perdices. No te gustan las fantasias, tú no vives de tus sueños. Claro que quieres vivir una historia, pero nunca un cuento. Nunca podría haber princesas, ni brujas, ni mucho menos, sapos encantados. Lo que si podría haber son vestidos increibles, paseos de la mano, noches sin dormir y zapatos perdidos. Pero, para empezar, lo que tendría que haber es un nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario