
Juego de miradas. Juego de caricias. Juego de palabras. Todo lo conviertes en un juego en el que además de poner tus reglas, se te olvida cumplirlas. Si se acaba la partida, vuelves a empezar, sin responsabilidades, compromisos o problemas. Y así crees que nunca puedes llegar a perder nada. Pero, lo que pasa, es que así, nunca vas a aprender a jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario